jueves, 25 de noviembre de 2010

China - Guillin y Yangshou-

Que hermoso es el mundo y que suerte que tengo de verlo!
Por fin deje Guangzhou y volví a ponerme el sombrero de viaje. El destino: Guillin. Cogí un tren a las cinco y media de la tarde y tras trece horas de ronquidos, llantos y traqueteo de tren llegue a la ciudad al amanecer.
Ahí estaban las montanas-limones. Una fina lluvia y unas 5 personas intentando que cogiera su taxi, vinieron a darme la bienvenida a la ciudad. Desorientada por el viaje y por el albor cogí un taxi, que por suerte, sin dar mucha vuelta, me dejo en el hostal. Las 7 de la mañana y yo, desayunada y duchada alquile una bici con la que moverme por la ciudad.
Las ciudades chinas se parecen unas a las otras en una sola cosa: su circulacion caótica. Mi amigo Henry me dijo que un ciego podría circular sin problema por sus calles solo si se dejara guiar por sus oídos. Yo no podría estar mas de acuerdo con el. Con mis cinco sentidos a punto empece a pedalear por la ciudad hasta la rivera del Li. Descubrí que la ciudad, como cualquier ciudad china es gris sucia y sin gracia alguna. Aquella fina lluvia dio paso a una bruma que se instalo en Guillin los dos días que estuve ahí. Sin embargo, las montanas medio limón que poblan la ciudad y el rió Lui con sus largos tenáculos negros, hacen de Guillin una ciudad encantadora.
Cogí un autobús hasta la ciudad de Yangsho, que es uno de los principales destinos turísticos de China, cuando uno llega entiende por que. El centro urbano de casas bajas apenas se puede recorrer en unos 15 minutos, sumergida en un valle de montañas semi-limones y regada por el rio Lui y Yolong la ciudad es de cuento. De cuento de samurais. Desde la ventana de mi hostal se veía una sucesión de tejados roídos al mas puro estilo oriental y decorados por las ropas limpias de sus vecinos, el verde de las plantas, se dejaba ver entre unos tejados y otros y como fondo de pantalla: la rivera del rió Li rodeado de una centena de montanas semi-limones. Con mis nuevos amigos del hostal, cogimos una barca en una ciudad un poco mas al norte para bajar por las aguas del río. Durante todo el trayecto no deje de repetirme la suerte que tengo por ver lo que el paisaje me brindaba: Sinfines de montañas con formas alargadas, achatadas o alimonadas; arrozales, búfalos de agua dándose un bañó, mariposas de mil colores, libélulas.... y la comida que comimos en la barca estaba buenisima!! En fin, la mañana perfecta.
Ahora escribo desde Sanya, que esta en la Isla de Hainan (el hawai chino), llegue ayer por la tarde y todavía me estoy intentando aclimatar. Pero bueno, esta es otra historia que contare pronto que ahora tengo a un ruso con cara de pocos amigos clavandome la mirada y creo que es por el ordenador... Un beso a todos!!



















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